martes, 6 de octubre de 2015

Juzgue usted

INFORME MUDO

Por: Francisco Castro Trenti

Comentaba en mi artículo anterior que Baja California padece una grave crisis de inseguridad que se ha recrudecido en los últimos dos años, abundando en que las policías preventivas tanto municipal como estatal no previenen la incidencia y que, por el contrario, esta aumenta de forma dramática por más que pretendan dibujar otro esquema y maquillar las cifras.


 Precisaba que “la impunidad se agudiza e intensifica con la ineficacia de la PGJE en donde el nivel de incompetencia rebasa el 80 por ciento de los delitos cometidos al quedarse éstos no sólo sin resolver sino sin investigar, y de los pocos que llegan a ser enjuiciados, muchos obtienen su libertad por deficiencias en la integración de averiguaciones previas y de carpetas de investigación, en su caso.”

Este análisis no es producto de la ocurrencia sino de un minucioso estudio de las estadísticas que manejan tanto la PGJE como la SSPE, y el propio Poder Judicial; en lo particular, es un seguimiento que he venido haciendo desde hace varios lustros porque permite observar tanto el crecimiento y desplazamiento delincuencial –entre otros aspectos- como la eficiencia de la autoridad que tiene el deber de combatirla en dos aristas principales: la prevención del delito y la persecución de los delincuentes.

Si el análisis se realiza desde el servicio público, conlleva vigilar el correcto desempeño de los actores involucrados en estos procesos (prevención – persecución) para establecer, reafirmar y/o corregir, lineamientos de acción y reglas específicas de operación; por otro lado, si se efectúa desde el ejercicio libre profesional, permite analizar las políticas públicas previamente trazadas a partir de la evaluación de intenciones, acciones y resultados, lo que se traducirá tanto en la medición de la eficiencia y la eficacia de los involucrados como en el logro de las metas que se persiguen.

En otras palabras, permitirá observar el éxito o fracaso de la autoridad en la política trazada para combatir la delincuencia y proponerle, en su caso, acciones y medidas para la rectificación del rumbo.

Es así de donde se desprende que Baja California padece de una grave crisis de inseguridad, y de un desempeño más que mediocre tanto de la PGJE como de la SSPE.

Comenzaremos a ver las cifras, precisando que la fuente es la propia secretaría estatal en su portal de internet.

En 2013 se cometieron en todo el estado 104 mil 029 delitos, y en 2014 107 mil 284, lo que significa un aumento del 3.3 por ciento. En 2015 -hasta el mes de agosto- se han cometido 69 mil 614, por lo que de continuar la tendencia, el año estaría cerrando con cuando menos 109 mil 393 delitos cometidos, lo que significaría un incremento del 5.2 por ciento en comparación con 2013 y resultaría, preocupantemente, la cifra más elevada desde 2011.

Se podrá decir que es normal que de un año a otro aumente la incidencia delictiva –lo que no lo es- pero bajo ninguna circunstancia debe medirse este ingrediente sin considerar el rubro de la efectividad, que se traduce en la cantidad de delitos esclarecidos donde hay responsables identificados y sometidos a la acción de la justicia sea con orden de aprehensión, bajo fianza o en prisión, lo que debe hacerse con mucho detenimiento porque es aquí donde la autoridad comienza a realizar un manejo conveniente de cifras al mezclar el año que va corriendo con “años anteriores”, para elevar los números y presentar falsos resultados a partir de los abultados indebidamente.

Así entonces, ¿cuántos de los 107 mil 285 delitos cometidos en 2014 fueron esclarecidos y llegaron ante la justicia? Para saberlo hay que consultar la estadística del Poder Judicial del Estado –porque ni la PGJE ni la SSPE lo informan-, la cual indica que en ese año se iniciaron únicamente 12 mil 989 procesos. Así, una simple operación aritmética indica que quedaron “bajo investigación” ´-o en reserva, o como se le quiera poner- 94 mil 295 o sea, el 88 por ciento del total.

Ese es el tamaño de la impunidad en Baja California sin considerar lo referente a la “cifra negra de delitos”, que es la que resulta de los delitos cometidos y no denunciados, básicamente porque el ciudadano agraviado considera una pérdida de tiempo el hacerlo al intuir de antemano que la autoridad no habrá de esclarecer el hecho.

Es preciso mencionar que la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública ENVIPE 2015, realizada por el INEGI y publicada el 30 de septiembre de este año, precisa que en Baja California en el año 2014 se denunció sólo el 15.1 por ciento de los delitos cometidos; entonces, si los 107 mil 285 delitos denunciados ese año equivalen al 15 por ciento del total, significa que en términos reales –delitos denunciados más cifra negra- se cometieron en el estado 715 mil 233 delitos. Conste, y reitero: es el resultado de la ENVIPE realizada por el INEGI recientemente publicada)

El resultado, más que dramático, es caótico. Pero continuaremos -por lo pronto- con las cifras tangibles y no con las de percepción.

Ante tan elevado nivel de impunidad que rebasa el 88 por ciento en relación con los delitos cometidos, y recientemente presentado el segundo informe de gobierno de Kiko Vega, consulté el capítulo relativo a “Seguridad Integral y Estado de Derecho”, y en las 59 páginas que le redactaron, no existe una sola referencia a tan importantes datos: no dice a sus gobernados cuántos delitos se cometieron, cuántos se esclarecieron, cuántos presuntos responsables de lesionar a los ciudadanos enfrentan procesos ante la justicia, cuántos procesos han sido exitosos, en fin, no dice nada sustancioso que permita conocer el rumbo de la seguridad y justicia en el estado.

El informe de gobierno es mudo al respecto. Y lo es porque no hay nada positivo que informar. Hacer un recuento de acciones de gobierno en cuanto a equipamiento, remodelaciones, capacitaciones de personal, etcétera, es la paja que llena blancos porque los resultados en seguridad y justicia se miden de manera muy sencilla: delitos cometidos contra asuntos consignados, y en este espacio habremos de ver, uno a uno, los que más agravian a la sociedad, incluyendo la valoración que se desprende del nuevo sistema de justicia penal (NSJP).

Pero el informe no sólo es mudo, sino mocho: el período que comprende es de octubre de 2014 a agosto de 2015, omitiéndose el mes de septiembre; seguramente fue así para que los resultados no fueran peores.


Continuará.

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