jueves, 14 de septiembre de 2017

Clericidio

Misa de cuerpo presente del padre José Miguel Machorro. Foto: Benjamín FloresCero Grados.- Durante los cinco años que lleva el gobierno de Enrique Peña Nieto se incrementaron “los crímenes de odio” contra el clero católico en México, al grado que son ya 19 los sacerdotes asesinados –cifra que superó los 17 ultimados durante el sexenio anterior–, así como 14 obispos amenazados de muerte, un dato alarmante si se considera que muy poco se supo sobre  sobre amenazas a los altos jerarcas en la administración anterior.


 A esta espiral de violencia se suman los recientes ataques perpetrados en dos importantes recintos eclesiásticos: el apuñalamiento del sacerdote José Miguel Machorro Alcalá, el 15 de mayo pasado, al terminar de oficiar misa en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, la principal del país; y el estallido de una bomba casera arrojada durante la madrugada del 25 de julio a la sede del episcopado mexicano, el organismo cúpula que aglutina a los más de 100 obispos del país.

Omar Sotelo Aguilar, director del Centro Católico Multimedial (CCM), que cada año presenta un informe estadístico sobre la violencia contra el clero mexicano, comenta preocupado: “En este sexenio aumentaron los crímenes contra religiosos; ya van 19. Y pese a que aún falta un año para que concluya el gobierno de Peña Nieto, esta cifra ya superó a los 17 sacerdotes asesinados durante todo el sexenio anterior”.
Sotelo Aguilar se muestra todavía más preocupado por la manera en que se dan las ejecuciones: “Al analizar los asesinatos vemos en su gran mayoría un mismo método, aplicado con muchísima crueldad: primero se levanta al sacerdote. Ya cautivo, se le ata de manos, se le tortura y, finalmente, se le mata. Los criminales se ensañan con ellos por su condición de clérigos”.
–¿Es un fenómeno parecido a los feminicidios, perpetrados contra las mujeres por el solo hecho de serlo?
–Sí, es similar. Ahora nos estamos enfrentando a una especie de “clericidio” o “clerocidio”. No sé cómo llamarlo, no lo sé. Pero es un nuevo fenómeno en el que las víctimas son sacerdotes.
Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso 2132, ya en circulación

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