Por.-
Alfredo Calva
Cicatera conmemoración
Es difícil
entender y comprender a un gobernante que manifiesta su enorme cariño y
agradecimiento a la tierra que lo vio nacer, al sitio en el cual sus antepasados
se asentaron y lograron echar raíces y que teniendo el privilegio de gobernar,
ordena y preside una ceremonia de conmemoración de la fundación de ese terruño
cicatera.
El pasado
lunes, Rosarito celebro sus 127 años de vida, el acto, encabezado por el
alcalde Javier Robles Aguirre, se distinguió por la pobreza de su escenografía y
la ausencia de calidad en la preparación del evento por parte del personal de Acción
Cívica.
Si bien es
cierto que, las participaciones de Juvenal Arias, historiador de esta bella
ciudad y del regidor Guillermo Torres, con su interpretación de nuestro Himno
Nacional, le dieron un poco de fortaleza al acto, la disertación del primer
edil, Javier Robles Aguirre, no fue discursivo ni tuvo el calor necesario para
avivar el sentimiento de pertenecía y regionalismo en los asistentes a la conmemoración.
La imagen y sensación
que emano de la ceremonia en mención, fue la de una forzada acción solo realizada
para salir del compromiso que esta representa para los gobiernos locales y en
especial para los rosaritenses y en esta ocasión, para la administración que
encabeza Javier Robles.
La pobre
asistencia, en su gran mayoría funcionarios municipales, algunos representantes
de organismos no gubernamentales y un representante del gobierno municipal de
Tijuana, auxiliaron para que no luciera desolado el patio central del palacio
en una fecha importante para la comunidad.
El anfitrión,
Javier Robles, no se esforzó por girar la instrucción necesaria para que esta
ceremonia cuando menos tuviera lo mínimo para considerarla a la altura de la
festividad, la celebración de la fundación de la ciudad que hasta el momento le
ha dado lo que jamás pensó obtener.
Extraña
forma de querer y agradecer a la tierra que le vio nacer
Y eso que se gastan el erario
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