Hace casi dos años un par de jóvenes fueron asesinados con
brutalidad por un comando de militares y policías en Tabasco. Pese a una
promesa presidencial de destrabar el asunto, la investigación está
congelada en la PGR (“si resolvemos su caso tendríamos que resolver
todos los demás”, les dijeron a los familiares) y además los abogados de
los asesinos les exigen pruebas del crimen a los deudos.
Rosarito Informa.- A casi dos años de que dos jóvenes tabasqueños fueran asesinados por
integrantes de un comando mixto de militares y policías, los familiares
de las víctimas denuncian que la investigación de la Procuraduría
General de la República (PGR) está “congelada” con la finalidad,
señalan, de “proteger a los asesinos”.
Peor aún, la averiguación
previa del caso de los homicidios de Víctor Manuel Chan Javier y Ramón
Pérez Román, acribillados en Jalpa de Méndez, Tabasco, el 14 de
noviembre de 2010, fue enviada al Centro Nacional de Planeación,
Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia Organizada
(Cenapi), organismo sin facultades para realizar pesquisas judiciales,
por lo que el caso sigue impune.
Chan Javier y Pérez Román fueron
interceptados por un convoy del Grupo de Operación Mixto Tabasco,
integrado por más de 30 efectivos del Ejército, la Marina y policías
federales, estatales, de Seguridad Pública y ministeriales. Los dos
muchachos quedaron destrozados por los disparos.
El caso dio lugar
a la recomendación 59/2011 de la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos (CNDH) en la que se demostró que, como en muchos casos
similares, el comandante del operativo, un teniente adscrito al 57
Batallón de Infantería de la XXX Zona Militar, ordenó la alteración de
la escena y la siembra de armas junto a los cuerpos de los jóvenes
asesinados. Se intentó incluso colocar una falsa narcomanta.
En
comunicados relativos al incidente, las Secretarías de la Defensa
(Sedena) y de Marina sostuvieron que los jóvenes habían huido de un
retén y habían disparado contra el convoy.
“El gobierno federal y
particularmente el presidente Felipe Calderón están protegiendo a los
asesinos, porque tienen archivada la averiguación en el Cenapi y no se
ha consignado a un juez para castigar a los responsables”, acusa el papá
de Ramón Pérez Román.
Proceso entrevistó a los padres de las
víctimas, Ramón Pérez Hernández y Víctor Manuel Chan Uicab, y al abogado
Rosendo Valenzuela Martínez, presidente del Movimiento Ciudadano Somos
Más.
A la indignación por la tardanza en resolver el doble
asesinato se suma una afrenta más: autoridades de la PGR les informaron
el pasado 8 de mayo que la dependencia no estaba en condiciones de
resolver su caso porque “se había politizado”.
Valenzuela detalla:
“Nos reunimos en las oficinas de la Dirección General de Control de
Averiguaciones Previas (DGCAP) con los ministerios públicos Eduardo
Hidalgo Lagos Cobo y Patricia Mateos; nos dijeron que este asunto no se
podía resolver dado que ya había tomado un fondo político, que sus jefes
no les dieron instrucciones para consignar y si se resolvía el caso de
Tabasco “tendrían que hacer lo mismo con las averiguaciones de casos
similares que hay en otros estados del país”.
El abogado, que
desde el primer momento ha permanecido al lado de los familiares de las
víctimas, resalta que estas expresiones fueron atestiguadas también por
el director de incidencia de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción
de los Derechos Humanos (CMDPDH), Silvano Cantú, y los abogados de la
Procuraduría Social de Atención a las Víctimas de Delitos (Províctima)
Giovanna Umelia Garrido Márquez y Érick Martín Salas, quienes los
acompañaron a las oficinas de la PGR.
El mismo 8 de mayo los
funcionarios notificaron a familiares y abogados que la averiguación
AP/PGR/DGCAP/ZSS-XII/205/2010, radicada en la DGCAP el 20 de noviembre
de 2010, había sido enviada al Cenapi, dejando el caso “en el limbo”,
puntualiza Valenzuela.
En dicha reunión, recuerda, “hasta los
abogados de Províctima les dijeron (a Hidalgo Lagos Cobo y Mateos) que
era un error enviar la averiguación al Cenapi, que no tiene competencia
para hacer investigaciones; los de la PGR no supieron qué decir pero nos
recomendaron recurrir a organizaciones civiles de derechos humanos”.
Abogados
y familiares exigieron a los funcionarios reparar el procedimiento para
que se consignara la averiguación ante un juzgado de distrito y se
castigara a los responsables.
“Nos dijeron que el 28 de mayo
habría respuesta, pero hasta ahora la situación sigue igual; la
averiguación, a la que hasta ahora no nos han dado acceso, está
archivada”, insiste el abogado de las víctimas.
El limbo del Cenapi
Creado
en 1982 como órgano desconcentrado de la PGR, el Cenapi tiene como
atribuciones “el diseño, integración e implementación de sistemas y
mecanismos de análisis de información del fenómeno de la delincuencia en
sus ámbitos nacional e internacional”, dijo Felipe Calderón en su
Cuarto Informe de Gobierno.
Dirigido desde mayo de 2011 por el
contralmirante Horacio Fourzán Esperón, el Cenapi forma parte de la
estrategia del gobierno de Calderón para “generar y coordinar los
sistemas de inteligencia en el gobierno federal”, según describió en su
Quinto Informe.
Actualmente tiene los sistemas Estadístico
Uniforme para el Análisis de la Delincuencia, Integral de Información
contra la Delincuencia Organizada, de Registro de Detenidos así como el
Grupo Técnico de Control de Drogas Sintéticas y el Centro de Información
de Drogas. Nada relacionado con investigaciones a servidores públicos
por crímenes contra ciudadanos.
El pasado 14 junio, con el apoyo
de los abogados de Províctima y la CMDPDH, los padres de los jóvenes
asesinados interpusieron un amparo indirecto contra la DGCAP por su
“dilación y omisión” para “pronunciarse con respecto al resultado de la
averiguación previa (…), no ha ejercitado la acción penal ante los
tribunales (…), se abstiene de ejercitar las funciones de investigación
que señala la ley al tiempo que les niega (a los familiares de las
víctimas) el acceso a la administración de la justicia y que ésta sea
pronta y expedita”.
Hasta ahora, dice Valenzuela, la PGR no ha
dado respuesta al Séptimo Juzgado de Distrito de Amparo en Materia Penal
en el Distrito Federal, que le dio a la solicitud el registro
8321/2012.
Ejecución y encubrimiento
Las
exigencias de justicia por los asesinatos de Víctor Manuel Chan y Ramón
Pérez no han cesado desde que ocurrieron las muertes. De 21 y 27 años
respectivamente, ambos jóvenes eran apreciados por su comunidad en Jalpa
de Méndez. El primero era comerciante, y el segundo, trabajador de
empresas contratistas de Pemex.
La noche del sábado 13 de
noviembre de 2010 convivían con sus amigos en un negocio de lavado de
autos y cerca de medianoche
Víctor Manuel y Ramón se separaron para
comprar una botella de licor, cuentan los entrevistados.
Añade don
Ramón Pérez: “Minutos después de que salieron nuestros hijos en la
camioneta de Víctor, llegó el convoy al lavado de carros. Catearon a
todos los muchachos, a algunos los cachetearon y con los perros
revisaron los autos y todo el lugar; se fueron los militares y policías y
a unos 500 metros, en el entronque hacia la Central Camionera, se
toparon con nuestros hijos, y estando estacionada la camioneta, los
ejecutaron.
“Cerca del entronque hay un restaurante familiar,
había mucha gente afuera, se percataron primero del convoy y después de
cómo al llegar al entronque dispararon; nunca hubo un retén como
alegaron. Era la una de la mañana del 14 de noviembre.”
El cuerpo
de Víctor recibió 30 impactos y el de Ramón 18. Estaban destrozados. “La
camioneta quedó como coladera. En las dos reconstrucciones de hechos
que hicieron los agentes de la PGR, en las que estuve presente y a las
que acudieron representantes de la CNDH, se demostró que los rodearon y
les tiraron de todos lados”, acota Valenzuela.
Esa madrugada
Víctor Chan Uicab y su esposa Soledad Javier Osorio se trasladaron al
entronque donde fueron atacados los muchachos; cientos de personas del
pueblo salieron de sus casas para apoyar a los agraviados.
“Los
militares tenían acordonado todo, no dejaban pasar a nadie, ni al
ministerio público de Jalpa de Méndez. A las seis llegó el forense y
luego una ambulancia y se llevaron los cuerpos. Para entonces ya habían
manipulado todo, recogido los casquillos –aunque no todos, guardamos
algunos– y hasta ya tenían lista una manta para ponerla, como si ellos
no hubieran sido los asesinos”, recuerda don Víctor.
Los cuerpos
fueron llevados al Servicio Médico Forense de Villahermosa; a los
familiares se les negó el acceso para identificarlos.
Sigue don
Víctor: “Llevaron los cuerpos a Jalpa a las 10 de la noche a una
funeraria y de ahí los querían enterrar sin que nosotros viéramos los
cuerpos. Mientras les hacían el embalsamado, nos metimos a la mala y
empezamos a grabar con cámara de video los cuerpos. Si no los hubiéramos
visto, si no hubiéramos sacado fotografías, hubiera sido un crimen
perfecto porque ellos (las autoridades) dijeron que murieron
desangrados”.
Al dolor por ver despedazados los cuerpos de sus
hijos se sumaron el coraje y la indignación por las declaraciones hechas
por el gobernador Andrés Granier, quien afirmó que los jóvenes eran
narcotraficantes que habían atacado al convoy.
El 16 de noviembre
cientos de personas respondieron a la convocatoria de la familia de los
jóvenes acribillados para protestar por los señalamientos de las Fuerzas
Armadas y de Granier. “Los muchachos eran queridos por la comunidad,
tanto que firmaron cartas de buena conducta y cientos más exigieron que
se limpiara el nombre de los muchachos”, retoma el abogado.
El
agravio a la honra y buen nombre de los jóvenes fue una más de las
violaciones a los derechos humanos que acreditó la CNDH en su
recomendación 59/2011, emitida el 28 de octubre del año pasado.
La
CNDH documentó que miembros de la Sedena, la Marina y policías
estatales dispararon contra la camioneta en la que viajaban los
muchachos. El organismo no pudo acreditar la participación directa de
los policías federales en la doble ejecución, pues en la reconstrucción
de hechos se demostró que la camioneta en la que viajaban estaba lejos
del vehículo agredido.
El organismo instruyó a todas las
dependencias federales implicadas y al gobierno de Tabasco para que se
reparara el daño a las familias, se reconociera el buen nombre de los
jóvenes asesinados y se sometiera a los responsables a las sanciones
administrativas y penales correspondientes.
Intervención presidencial
El
pasado 12 de marzo Chan Uicab y el abogado Valenzuela se colaron a una
inauguración de obras de la Secretaría de Comunicaciones y Trasportes en
Villahermosa, a la que acudió Felipe Calderón, para exponerle su
inconformidad por la dilación en las indagatorias y el incumplimiento de
la recomendación de la CNDH.
A unos metros del podio donde se encontraba el presidente, Chan sacó una manta exigiendo justicia para los jóvenes acribillados.
Al
término del acto, narra Valenzuela, Calderón “se acercó a nosotros, le
hablamos de la impunidad en que estaba el doble homicidio. Él pidió el
número de averiguación; se lo dimos y don Víctor insistió en su
exigencia de justicia. El presidente le dijo que tenía que esperar y yo
le reclamé por pedir eso después de más de un año de ocurridos los
hechos, cuando según la Constitución la justicia tiene que ser pronta y
expedita. Se puso serio y dijo que daría instrucciones a la
procuradora”.
Después de ese intercambio de palabras con Calderón,
los familiares esperaron inútilmente ser contactados por las
autoridades federales; por ello se presentaron el 8 de mayo a las
instalaciones de la PGR.
El 2 de junio un vehículo militar llegó a
la tienda de Víctor Chan Uicab en Jalpa de Méndez. Un abogado adscrito a
la Procuraduría General de Justicia Militar, llamado Jorge David
Liborio Amador, se presentó para entregar al agraviado un documento en
el que sostenía que de acuerdo con sus indagatorias ningún militar
disparó la madrugada del 14 de noviembre de 2010.
Remata don
Víctor: “Llegó un licenciado con ese papel; yo le dije que me disculpara
pero que cómo se atrevía a decirme que el Ejército no participó en los
hechos, si en la recomendación de la CNDH dice claramente que fueron los
militares los que dieron las órdenes de recoger los cartuchos, que
fueron ellos los que pusieron un arma adentro de la camioneta de mi hijo
para incriminarlo.
“El licenciado aceptó que estuvo el Ejército
pero insistió en que ellos no dispararon, que se veía en los impactos de
bala de la camioneta; yo le respondí que yo no sabía de eso, pero que
había una recomendación de la CNDH. Entonces me dijo que si teníamos
elementos contra los militares contábamos con un plazo de 10 días para
presentar pruebas. Después de más de un año de no saber nada del
Ejército, vienen a mi tienda a pedirme pruebas.”
Por la dilación
en la consignación de la averiguación previa para sancionar a los
culpables y por mantener archivada la indagatoria en el Cenapi, para los
entrevistados no cabe duda de que no hay voluntad del gobierno para
esclarecer este crimen y otros similares.
“No pudieron ser más
claros los funcionarios de la PGR que nos dijeron que si resuelven este
caso tendrían que hacer lo mismo con otros; es claro que no quieren que
se les vengan en cascada todos estos asuntos que exhiben el fallido plan
de combate al crimen organizado del gobierno de Felipe Calderón”, opina
Valenzuela
Y para Ramón Pérez Hernández y Víctor Manuel Chan
Uicab sólo hay una exigencia, la misma que desde el principio: que se
esclarezca la muerte de sus hijos, que sus nombres sean limpiados y que
se castigue a todos los que intervinieron en la ejecución.
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