Por: Salvador Camarena
19 de octubre de 2012
El discurso pronunciado ayer por Elba Esther Gordillo es un catálogo actualizado de usos y costumbres del poder en México que al mismo tiempo puede ser usado para marcar la fecha real del inicio del nuevo priiato.
Si se lee con cuidado todo el mensaje de Gordillo, no hay animosidad hacia el presidente electo. La maestra juega, es deliberadamente ambigua con respecto al mexiquense, a quien no cita por nombre, pero es directa y clara en lo que importa: el cónclave que podría modificar su liderazgo ya no es sobre su persona. El tema ahora en la reunión magisterial de Quintana Roo es el establecimiento de condiciones para el nuevo gobierno, para el nuevo Congreso, incluidos por supuesto los priistas antes que ningunos otros, y para los empresarios que se han convertido en activos adversarios de la líder magisterial.
Gordillo calentó el ambiente con una arenga basada en “ni nosotros estamos solos, luchando venceremos” y en “¡haremos respetar nuestra autonomía e independencia sindical a pulso!”.
No dejó dudas sobre el rechazo a la reforma laboral en el Senado (“la democracia sindical no se constriñe a la elección de sus dirigentes”…. “iniciativas de ley que se mandan con el ara (sic) no de encontrar productividad o competitividad, sino de confrontarnos, y algunos caen en esa trampa que nos puede llevar al debilitamiento”… “que sepa bien el gobierno del color que sea, del sitio donde esté, los maestros no nos arrodillamos, a los maestros no nos vencerán”).
Y cargó de nuevo en contra de esfuerzos de la sociedad civil por ampliar la rendición de cuentas: “cada maestro y cada trabajador de la educación debe saber a dónde van sus cuotas; cuánto es de sus cuotas. Discútanlo, no nos debilita, nos fortalece, pero entre nosotros, que no nos quieran revisar Mexicanos Primero, que rindan cuentas de Bécalos; queremos cuentas de Bécalos, queremos cuentas de las asociaciones que simulando querer ayudar a la educación pública lo que les interesa es el negocio o construir un México de varios puentes”.
Pero sobre todo fijó los términos de la negociación que quiere imponer al nuevo gobierno: “nosotros vamos a construir nuestras opciones educativas, pero le pedimos que nos presente su propuesta educativa para hacer la nuestra. No vamos a presentar la nuestra para que no siga en discusiones estériles, esperamos la de él (Peña Nieto), la analizaremos, platicaremos y dialogaremos con respeto, con espíritu solidario, con ánimo de contribuir a un buen gobierno y ahí estaremos”.
El SNTE es libre, ha gritado desde la Riviera Maya Elba Esther Gordillo. Su dirigencia no será dominada, no será sirvienta de ningún gobierno, ha advertido. Enrique Peña Nieto tiene que agradecerle al presidente Felipe Calderón que haya puesto en ebullición a los sindicatos. Cuando enfrentó en Puebla a la maestra, en la elección para gobernador, el hoy presidente electo perdió. De ahí en fuera se llevan bien. A mes y medio de la toma de posesión, los agentes del statu quo se atrincheran. La larga transición juega en contra del próximo presidente.
Fuente: La Razón
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