Por Alfredo Calva
Ufanándose con marcada vanidad y egocentrismo, como si en realidad fuera el pintoresco personaje de la colonia de Tepito en la capital del país, Arturo Ayala Plasencia, alias ¨El Tirantes¨, el abotagado aspirante a la alcaldía por la alianza ¨Pacto por Baja California¨, Enrique Esquivel Haros, acudió junto con su gavilla (ellos la denominan planilla) a registrar ante el IEEPC en la capital del estado, su candidatura a la presidencia municipal de Playas de Rosarito.
La planilla -que más se asemeja a una gavilla- que encabeza el militante priista se encuentra integrada por Rosa María Plasencia, del grupo Unidos por Rosarito; Arturo Granados, perteneciente al sector obrero y Miguel Calles, del sector transportista, como regidores y en la Sindicatura, lo acompaña el nunca bien ponderado, Pantaleón Pantoja de la actual administración municipal, Héctor Verdugo.
Esta fórmula ha sido seriamente cuestionada por la militancia tricolor rosaritense, la denostación de sus miembros es el pan en cada reunión priista, la derrota electoral se siente, se huele, se trasmina, el rostro de un perdedor es la cara de Esquivel Haros, las intrigas y confrontaciones entre los miembros de la planilla son del conocimiento ciudadano, no pueden ocultar su desunión, y no hay visos de recomposición de la gavilla.
La molestia y resquemor entre la militancia tricolor es por la falta de democracia de su partido en la selección de los candidatos a la alcaldía, regidurías y la Sindicatura, cada una de estas posiciones fueron, señalan, bajo el esquema del clásico ¨dedazo¨, todos aquellos que tienen años haciendo fila para intentar lograr una nominación a un cargo de elección popular, simplemente se tendrán que aguantar a la siguiente contienda en el 2016.
Como de costumbre en el PRI, aguantar, callar y doblar la cerviz.
La lucha intestina que viven los miembros de la gavilla y su líder Enrique Esquivel, así como los priistas en general, ha incrementado el rechazo de los rosaritenses que, ya de inicio al conocer a los miembros de la fórmula a la alcaldía, por la mala fama e imagen que arrastran algunos de sus miembros, dieron por descontado otorgarles su voto, a esto se suma el blindaje de que ha sido objeto Esquivel Haros, por parte de un grupo de zalameros, lisonjeros y lapas, encabezados por Mauricio Aguirre, Héctor Verdugo y Rodrigo Montes, que impiden el contacto y dialogo con quien aspira a dirigir el destino de Rosarito.
Ante esta situación la dirigencia municipal del PRI que tiene a su cargo el edil Antonio Serret, ha buscado, sin mucho éxito, conciliar con las diferentes fuerzas y antagonismos al interior de su partido, busca un punto de equilibrio y de tolerancia que permita a la formula designada trabajar en busca del triunfo electoral el próximo siete de julio, y esto se le complica debido a la falta de credibilidad que ostenta el propio Serret, y el grupo político del que depende.
Lo anterior lo tiene en una situación de tensa premura, se encuentra a escasos seis días de que den inicio las campañas electorales, y no puede darse el lujo de enviar a sus correligionarios en el estatus que actualmente guardan, el fracaso es inminente, el icono de la derrota es la figura de Enrique Esquivel.
Él lo sabe, está consciente de ello, el oponente de su abanderado tiene mayor aceptación entre el electorado rosaritense, le urge lograr acuerdos entre sus correligionarios que se encuentran lastimados, defraudados y menospreciados, para salgan a trabajar a favor de sus candidatos, sino, su fracaso en el encargo será más que estrepitoso, será su tumba política.
Su problema se agrava porque le es difícil encontrar la ecuación que le permita sacar avante a alguien que de antemano se da por derrotado, que sabe y esta cierto que perderá en las urnas, que los rosaritenses no le otorgaran su voto, no le darán su confianza, simplemente porque no cuenta con la capacidad y calidad política para asumir el liderazgo que requiere la comunidad de este bello municipio para sortear los serios problemas que enfrenta y que se complicaran con el transcurso del tiempo.
El tiempo es el mejor sensor, este dará cuenta de la realidad política de Enrique Esquivel y su gavilla, de la capacidad de logística y operación política de Antonio Serret, que por cierto mucho presume, para, si no hacer ganar a sus candidatos, cuando menos hacerlos competitivos en el marco de la lucha político electoral que se avecina y que concluirá el siete de julio próximo, cuando los rosaritenses decidan a través de su sufragio, quién quieren que los gobierne.
Finalmente, con respecto a la candidatura a la diputación local por el XVII distrito, con cabecera en el municipio de Playas de Rosarito, que por primera ocasión estará en juego, la convulsión es mayor que la que se padece en la fórmula a la alcaldía, la ungida, la niña bien, pese a todos sus encantos y presunciones, resulto ser la ¨apestada¨ del tricolor.
Pero de eso nos ocuparemos en otra entrega.
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