Los Ludópatas
Muy espichadito pero eso sí, muy escoltadito y trajeadito, aquél cincuentón moreno de baja estatura, bajó de una camioneta de modelo reciente, esperó a su acompañante y entró como cualquier parroquiano con la esperanza de divertirse y, si la suerte le sonreía, llevarse algún dinerito extra para su casa.
Pocos, por no decir que nadie, reconoció a aquél político panista que apenas por la mañana había estado ante la Comisión de Hacienda del Congreso del Estado para presentar la Ley de Ingresos del 2015 para el municipio de Playas de Rosarito.
Pocos, entre ellos quien alcanzó a tomar la fotografía que confirma lo que aquí comentamos, supo que aquél hombre moreno, de pelo cano y de lentes que estaba sentado en una de las máquinas de juego de un casino local era el alcalde de Rosarito, Silvano Abarca Macklis quien horas antes había estado ante los diputados locales para presentar su proyecto de ingresos del año próximo que contempla algo así como $426.2 millones.
Y por supuesto que tanto Silvano como todos los Presidentes Municipales de Baja California e incluso del país, y hasta el mismo gobernador Francisco Vega de Lamadrid, tienen derecho a acudir a bares y si quieren a los casinos de juego.
Muy su dinero y muy su gusto.
Pero hacerlo “en comisión oficial”, desplazándose en vehículo oficial, acompañado de escoltas oficiales y tal vez hasta gastando el dinero oficial de los viáticos, pues como que podría estar incurriendo en una irregularidad e incluso en un delito.
El artículo 46 de la Ley de Responsabilidad de los Servidores Públicos de Baja California señala con claridad en su inciso IV que está prohibido “utilizar los recursos que tengan asignados para el desempeño de su empleo, cargo o comisión, las facultades que le sean atribuidas o la información reservada a que tenga acceso por su función exclusivamente para los fines a que están afectos”.
De acuerdo con lo anterior, el alcalde Silvano Abarca Macklis utilizó un vehículo oficial y a su personal de seguridad, ambos pagados con recursos de los rosaritenses, no solo para trasladarse al Congreso del Estado sino acudir a un casino de juego.
A no ser que en su solicitud de viáticos lo dejó asentado por aquello de los gastos por comprobar o bien tal vez, visionario como es, Abarca Macklis corrió la atención al Cabildo de Playas de Rosarito de informarle que en su viaje a Mexicali visitaría un casino de juegos para promover su instalación en la ciudad que gobierna.
Tal vez pueda parecer un tema ligero y simple, pero puede adquirir mayor dimensión si consideramos los reportes que nos llegan de la bella Rosarito de donde nos comentan que esto de la jugada y los casinos parece ser un pasatiempo muy arraigado entre varios funcionarios de primer nivel y, lo más grave, del propio Alcalde.
Insisto, cada quien puede hacer con su dinero lo que quiera, pero cuando un funcionario público como lo es un Alcalde utiliza recursos públicos y el tiempo oficial para satisfacer una adicción personal conocida como ludopatía, es cuando se requiere al menos de una llamada de atención.
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