Rosarito Informa.-Cuando Mexicali estaba a punto de hacer historia con el
desarrollo de un plebiscito sin precedentes en nuestra comunidad, el Tribunal
Electoral del Estado, haciendo gala de una interpretación formalista y
anacrónica le dio la espalda a la ciudadanía, la cual buscaba ser partícipe de
una consulta masiva en la cual el interés público estaba en el centro de la
discusión, esto con la finalidad de salvaguardar la economía de los miles y
miles de mexicalenses que seguramente hubieran participado cumpliendo una obligación
cívica al decidir acerca de la conveniencia de aumentar las tarifas
correspondientes al transporte cotidiano de todos.
¿Acaso no es un derecho fundamental el manifestarse de
manera pacífica y organizada en torno a diversos temas que contemplen la
afectación de la vida de la población?
¿Por qué el Tribunal Electoral no observo el principio pro
persona al decidir esta trascendente cuestión?
¿Quiénes están detrás de esta lamentable decisión?
No se vale que las autoridades se escuden detrás de
razonamientos legaloides con el objeto de frenar ejercicios democráticos
modernos
Debemos entender que accionar tal mecanismo de participación
ciudadana, no debilita a los gobernantes en turno, sino que solidifica su
legado y de paso fortalecen el Estado de Derecho.
El plebiscito es un recurso que encuentra su fundamento en
la importancia de la soberanía popular, no es otra cosa que permitir a la
sociedad que decida acerca de diversos temas que sean considerados importantes
por la mayoría de sus miembros.
En ese sentido, no podemos pretender que quien convoque a la
actualización de tan importante instrumento, sea la misma parte que
originalmente motivo el descontento o la inquietud de los miembros de una
comunidad.
Si los mexicalenses
se asumen afectados por tal o cual medida municipal, por considerar que esta es
una política pública que carezca de legitimidad social o del consenso idóneo
correspondiente, son ellos mismos los que como gobernados debieran estar
facultados para invocar la consulta pública acerca de la obligación impuesta
hacia estos por aquellos, que si bien son representantes populares, pudieren en
un momento dado traicionar la confianza que les fue depositada.
No hay que tenerle desconfianza a la sabiduría de los
ciudadanos, ya que ellos son los que ultimadamente sufren en carne propia la
consecuencia de ordenamientos des-favorecedores, y en algunos casos, hasta
ilegales.
Permitamos que la opinión pública fluya a través de los
cauces dispuestos por una democracia moderna digna del progreso al que aspiran
todos los territorios que conforman nuestro querido municipio.
Digámosle si a la democracia directa, de la cual el
plebiscito es símbolo que facilita, el encuentro amistoso de ciudadanos en
igualdad de condiciones dispuestos a entablar un dialogo provechoso por el bien
de Mexicali.
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