
Se trata de la sexta enfermedad prevenible con vacunación que se elimina en la región, según la OPS, después de la viruela en 1971, la poliomielitis (1994), la rubéola y el síndrome de la rubéola congénita (2015) y el sarampión (2016).
La vacunación generalizada contra el tétanos materno y neonatal empezó en los años 70 del siglo pasado, cuando la enfermedad mataba a 10 mil recién nacidos cada año en América, aunque los expertos alertan que podrían ser más ya que no todos se notificaban.
En 1988, 787 mil recién nacidos murieron de tétanos materno y neonatal en el mundo. En 2015 fueron 34.000, un 96 por ciento menos.
Hoy en día sigue habiendo 16 países en el mundo en los que no está erradicada la enfermedad, después de que Haití haya sido el número 43 en hacerlo en lo que va de siglo 21.
El tétanos neonatal ocurre cuando se infecta el cordón umbilical de un recién nacido, generalmente porque el instrumento utilizado para cortar no está esterilizado, la superficie en la que nace está sucia o lo están las manos de los que asisten en el parto.
Puede ser mortal porque impide al bebé respirar y amamantarse, pero se puede prevenir vacunando a las mujeres embarazadas y garantizando condiciones higiénicas.
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