Cero Grados.-Durante un recorrido por el área boscosa denominada Cañón de Doña Petra” situada en las inmediaciones del noroeste de la ciudad, un nutrido grupo de personas interesadas en el medio ambiente asistieron a la plática “El Proceso del fuego”.
El evento fue organizado por el Comité de Vinculación Empresa Escuela de Ensenada (Covee) a través de su programa “Ponte Trucha” y el “Club de las Cactáceas”, con el fin de promover la concientización, divulgación y prevención para evitar incendios y fomentar los valores éticos.
Las maestras en Manejo de Ecosistemas de Zonas Áridas Claudia Leyva y Paula Pijoan, explicaron que al pasar 8 meses sin agua la vegetación de la zona queda muy seca y se convierte en combustible natural que, al crearse las condiciones climáticas apropiadas, el viento, oxígeno en el ambiente y alguna chispa, se pueden provocar incendios a gran escala,
No obstante, indicaron que los incendios naturales son benéficos para la salud de un bosque, porque renuevan y crecen nuevas semillas. Estos incendios ocurrían originalmente cada 8 o 10 años, como parte de un ciclo natural.
Advirtieron que, por el disturbio antropogénico, los incendios están ocurriendo cada año, provocando pérdida del paisaje y erosión de los suelos que no permiten el crecimiento natural de la vegetación (post incendio).
Esa situación es peligro inminente para las personas que habitan en áreas cercana a sobre los cerros aledaños, advirtieron.
Al no tomarse en cuenta los taludes y la capacidad de carga de las partes altas donde no hay raíces de plantas que le den soporte y que permitan la captación de agua de lluvia, pueden ocurrir deslaves y colapse de los cerros.
Las especialistas comentaron que las plantas invasoras presentes en la zona, tienen la capacidad de resistir a los cambios y desplazar a las nativas, lo que provoca tener vegetación que puede ser un foco de riesgo en épocas de sequía.
Ante esa situación, subrayaron, se requieren bosques y vegetación nativa, para asegurar una mayor protección y soporte en los suelos.
Resuelto lo anterior es posible disfrutar de la belleza paisajística, que el agua de lluvia fluya por su cauce natural y obtener el oxígeno limpio que la ciudad no logra generar, detallaron.
Destacaron Claudia Leyva y Paula Pijoan la importancia de tener áreas verdes en las que se pueda disfrutar de estos servicios, ya que Ensenada no tiene la arquitectura adecuada que permita una conexión del ambiente natural con el área urbana.
EL DAÑO
“El constante paso de carros, motocicletas y camiones por la calle aledaña al sitio hace que el sistema de este bosque sea perturbado, quitándonos el sonido natural que hay en él y que es muy importante para sus visitantes”, comentaron Leyva y Pijoan.
Muchas personas recorren el lugar para relajarse fuera del bullicio de la ciudad aprovechando el servicio ecosistémico cultural que ya no se puede obtener en el Cañón de Doña Petra, lamentaron.
El bosque vive por la propagación de semillas de los encinos y alisos predominantes en este tipo de ecosistema, que, por efecto del viento, agentes dispersores como aves y mamíferos, permiten que nazcan nuevas plantas, permitiendo su ciclo natural.
Debido a la intervención humana descontrolada dentro de este ecosistema ripario, el cambio de uso de suelo y agregar más agua (descarga de aguas tratadas) de la que soporta el ecosistema, se ha dado la propagación especies invasoras que no pertenecen al sitio.
Es el caso de la “mostaza” y “avena” que están creciendo y ganando terreno en la zona desplazando y no permitiendo reproducirse a las plantas nativas de esta parte de la ciudad y en general para la vegetación de los cerros cercanos, apuntaron.
EL BOSQUE
EL Cañón de Doña Petra toma su nombre de una señora a la que llamaban “Doña Petra” y que vivía en un terreno dentro del bosque en el año de 1869, revelaron las oferentes de la plática.
El bosque estaba poblado de encinos, alisos y otras plantas nativas y endémicas en abundancia, sin ninguna perturbación en el paisaje, situación que empezó a cambiar hace unos 10 años.
“Actualmente, gracias a todos los cambios de uso de suelo y la expansión de la mancha urbana, nos encontramos con plantas invasoras que van “quitando terreno” a la vegetación originaria”, indicaron las especialistas.
El evento fue organizado por el Comité de Vinculación Empresa Escuela de Ensenada (Covee) a través de su programa “Ponte Trucha” y el “Club de las Cactáceas”, con el fin de promover la concientización, divulgación y prevención para evitar incendios y fomentar los valores éticos.
Las maestras en Manejo de Ecosistemas de Zonas Áridas Claudia Leyva y Paula Pijoan, explicaron que al pasar 8 meses sin agua la vegetación de la zona queda muy seca y se convierte en combustible natural que, al crearse las condiciones climáticas apropiadas, el viento, oxígeno en el ambiente y alguna chispa, se pueden provocar incendios a gran escala,
No obstante, indicaron que los incendios naturales son benéficos para la salud de un bosque, porque renuevan y crecen nuevas semillas. Estos incendios ocurrían originalmente cada 8 o 10 años, como parte de un ciclo natural.
Advirtieron que, por el disturbio antropogénico, los incendios están ocurriendo cada año, provocando pérdida del paisaje y erosión de los suelos que no permiten el crecimiento natural de la vegetación (post incendio).
Esa situación es peligro inminente para las personas que habitan en áreas cercana a sobre los cerros aledaños, advirtieron.
Al no tomarse en cuenta los taludes y la capacidad de carga de las partes altas donde no hay raíces de plantas que le den soporte y que permitan la captación de agua de lluvia, pueden ocurrir deslaves y colapse de los cerros.
Las especialistas comentaron que las plantas invasoras presentes en la zona, tienen la capacidad de resistir a los cambios y desplazar a las nativas, lo que provoca tener vegetación que puede ser un foco de riesgo en épocas de sequía.
Ante esa situación, subrayaron, se requieren bosques y vegetación nativa, para asegurar una mayor protección y soporte en los suelos.
Resuelto lo anterior es posible disfrutar de la belleza paisajística, que el agua de lluvia fluya por su cauce natural y obtener el oxígeno limpio que la ciudad no logra generar, detallaron.
Destacaron Claudia Leyva y Paula Pijoan la importancia de tener áreas verdes en las que se pueda disfrutar de estos servicios, ya que Ensenada no tiene la arquitectura adecuada que permita una conexión del ambiente natural con el área urbana.
EL DAÑO
“El constante paso de carros, motocicletas y camiones por la calle aledaña al sitio hace que el sistema de este bosque sea perturbado, quitándonos el sonido natural que hay en él y que es muy importante para sus visitantes”, comentaron Leyva y Pijoan.
Muchas personas recorren el lugar para relajarse fuera del bullicio de la ciudad aprovechando el servicio ecosistémico cultural que ya no se puede obtener en el Cañón de Doña Petra, lamentaron.
El bosque vive por la propagación de semillas de los encinos y alisos predominantes en este tipo de ecosistema, que, por efecto del viento, agentes dispersores como aves y mamíferos, permiten que nazcan nuevas plantas, permitiendo su ciclo natural.
Debido a la intervención humana descontrolada dentro de este ecosistema ripario, el cambio de uso de suelo y agregar más agua (descarga de aguas tratadas) de la que soporta el ecosistema, se ha dado la propagación especies invasoras que no pertenecen al sitio.
Es el caso de la “mostaza” y “avena” que están creciendo y ganando terreno en la zona desplazando y no permitiendo reproducirse a las plantas nativas de esta parte de la ciudad y en general para la vegetación de los cerros cercanos, apuntaron.
EL BOSQUE
EL Cañón de Doña Petra toma su nombre de una señora a la que llamaban “Doña Petra” y que vivía en un terreno dentro del bosque en el año de 1869, revelaron las oferentes de la plática.
El bosque estaba poblado de encinos, alisos y otras plantas nativas y endémicas en abundancia, sin ninguna perturbación en el paisaje, situación que empezó a cambiar hace unos 10 años.
“Actualmente, gracias a todos los cambios de uso de suelo y la expansión de la mancha urbana, nos encontramos con plantas invasoras que van “quitando terreno” a la vegetación originaria”, indicaron las especialistas.
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