Los centros nocturnos se multiplicaron, comenzó el auge restaurantero y en los años 90s desarrollos inmobiliarios de condominios.
Ya había colonias tradicionales en la zona centro, con familias que por más de 40 años se habían conocido de uno a uno, en sus famosos barrios, son las familias pioneras de Playas de Rosarito.
Calcula el sociólogo que para 1988, la población era de casi 26,000 personas, con sus propios ritmos, salones de baile, sus jaripeos y aventuras, los salones de Mutualistas y del ejido para las fiestas locales, su centro de convenciones para lucir smoking y vestido de noche, escalera eléctrica, con vaqueros, roqueros, surfos, y todo lo que dio inicio a un pueblo cosmopolita, multicultural y multiétnico. Afirma el sociólogo Bernardo Saldaña.
Afirma el cronista que, en 1989, la población de Rosarito salió en apoyó de Ruffo, Félix Ledesma fue Delegado con el alcalde Carlos Montejo. Luego siguió Silvano y aparecieron dos trabajadores de reglamentos, Gigio y Toño, cuando todavía Rosarito era delegación de Tijuana. Roberto Allen fue jefe de compras en la Delegación, fue famoso en el escuadrón, otro escuadrón eran los de Emilio y ahí se juntaba el papá de Jonathan.
“Eran tiempos cuando los policías detenían a los borrachos, cuando caminaban por la calle y amablemente los llevaban a su casa, fueran habitantes tradicionales o de los maestros, meseros, electricistas, cantineros, cocineros o albañiles que buscaban fortuna, un mejor ingreso en Rosarito, entonces se cuidaba al turismo”. Afirma Bernardo Saldaña.
Para hacer botana que en lenguaje rosaritense significa hacer de comer, el Calimax estaba surtido, Pedro acomodaba las cosas en los estantes, el Mercado Ideal también estaba surtido, Pablos y otro mercado muy tradicional, La Perla, además de la Estrella en la zona centro, entre otros, como las ricas y deliciosas tortas en el parque, o los burritos en una ventanita, atrás del Bar la Chiquita.
En bares estaba el Paraíso, medio escondido en el Plan Libertador. En la zona centro el Casablanca; El Patio; El Chacal; El Calamar, de la Escondida había dos y eran con distintos dueños, uno en la zona centro y otro en la última calle de Primo Tapia; dos más en Popotla, Las Playitas y Endless Summer, El Torito, El Texano, la Góndola y muchos más, entre ellos el Discovery, pero el único lugar donde se encontraban los más diversos y variados ciudadanos de Rosarito era el Renes.
Bernardo Saldaña recuerda que Juanito era músico, vivía en la Lucio Blanco, en su currícula presumía haber tocado con Carlos Santana, “a la batería o en la guitarra lo demostraba.
Juanito era rockero de greña larga y tocaba en el Renes”. En el Renes había Mariachi, era el atractivo para jalar turistas, “pero regresaban por el giro que hace la cumbia o la salsa en vivo, por el movimiento tropical, por lo alegre, por el abrazo, por el encuentro de cuerpos al ritmo de la música; por la música ranchera, por el atrevido estilo con abrazo bajo. Se iba al Rene´s por el gusto de tener amigos, además no había mucho a dónde ir.
Describe el sociólogo que, si se salía de trabajar y se iba con amigos, era llegar a la barra, tal vez a jugar billar, pero si era viernes o sábado, el salón olía a perfumes, Christian Dior, Calvin Klein, Yves Saint Lauren, porque los perfumes eran parte de la cultura rosaritense, “pero algunas personas también olían al famoso Avón N° 5, a Pachuli e incluso algunos olían a patas, a sudor”.
En las reglas no escritas, estaba prohibido pelearse; si había cortejo, la regla de oro era que no hubiera discusiones, ya decidido quién con quien se respetaba la decisión. Así comenzaba la fiesta, el baile “¿cud güi dance tis o siñorita do you baila?”.
El viejo fotógrafo era de apellido Orozco, muy apreciado por todos, padre de distinguidos rosaritenses. “Los cantineros oficiaban, en ceremonia sagrada, eran Juan y Pedro a la barra, Pablo y tantos como sólo los enviados por los dioses pueden hacerlo, en favor de los mortales”, afirma el sociólogo Saldaña.
A la pista del Rene´s saltaban a la pista personas altas, pequeñas, flacas, gordas, morenos, rubias, personas que lloraban de alegría y otras de algo que quién sabe, pero luego cantaban. Y eran mexicanos que quiere decir de todos lados de México, “pero también de todos los lugares del mundo, y eran hombres y mujeres que se divertían como sólo Rosarito sabía hacerlo”. Eran los tiempos cuando Rosarito era un lugar destacado, sin taqueros. El cine Río con sus películas mexicanas y de vez en cuando una extranjera.
Para el sociólogo Bernardo Saldaña, “el Rene´s fue punto de encuentro de diversas generaciones, pero una generación salió completamente marcada. El Rene´s contribuyó para hacer de Rosarito una sociedad multicultural y multiétnica”. Finalmente, Saldaña concede datos poblacionales, afirma que la migración a Rosarito comenzó en 1988, con un ritmo de crecimiento población de más del 12% anual, pasando de aproximadamente 26,000 habitantes a los más de 50,000 para finales 1995”.
Rosarito tuvo una tasa de crecimiento poblacional de 9.26% por año, desde el año de 1995 al 2006. La cifra significa que Playas de Rosarito, Baja California, creció al doble de su población en tan sólo once años, pasando de más de 56,000 a casi 120,000 habitantes.
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