24 DE NOVIEMBRE DE 2012 COMENTARIOS DESACTIVADOS
Rosarito Informa.-Evaluado en las elecciones como gobernante inepto, productor de violencia, pobreza, burocracia y corrupción, Felipe Calderón fue también desde el poder un personaje nocivo para el Partido Acción Nacional (PAN): Lo hizo apéndice del Poder Ejecutivo y lo envileció.
Casi todo el sexenio tuvo al PAN bajo su control e influjo, pero fue sólo fabricante de derrotas: Desde la gubernatura de Yucatán, en 2007, hasta la pérdida de la Presidencia de la República.
No sólo eso: Definido por sus correligionarios como truculento, colérico y desleal, Calderón dividió, confrontó, maltrató y traicionó a los panistas –incluidos a los de su propia facción–, que heredan un partido sin identidad, desarticulado y con tendencia a la irrelevancia electoral.
En su megalomanía de ostentarse como jefe del Ejecutivo, al que llegó bajo sospecha de fraude, Calderón contradijo sus propias proclamas de actuar con “ética política” y hacer del poder “no galardón de concupiscencias personales, sino herramienta de cambio (y) un instrumento valioso de salvación de México”.
Con esas banderas y con la de “ganar el gobierno sin perder el partido”, asumió la presidencia del PAN, en marzo de 1996, pero tres lustros después, tras su sexenio en Los Pinos, ocurrió exactamente lo contrario: Perdió el gobierno y se perdió el partido.
Y ahora, ante su inminente exilio, los agraviados del PAN traman su venganza –incluida Josefina Vázquez Mota, que se dice traicionada–, como se lo anticipó el senador Javier Corral en la carta en que le devuelve el calificativo de cobarde:
“Espérate a que conozcas la condición humana a partir de que dejes el poder y entiendas que lo que más te ha perjudicado eres tú, tu carácter colérico al que le gana el coraje en cualquier momento”.
Calderón se irá de México tras entregar la banda presidencial al priista Enrique Peña Nieto, el 1 de diciembre, acto cuya interpretación que Corral le compartió es lapidaria: “Lo sabes bien, ese momento condensará, como ninguna crítica o análisis, tu fracaso”.
Asalto al PAN
Aun antes de su toma de posesión, en 2006, tramó arrebatarle la presidencia del PAN a Manuel Espino para controlarlo a través de sus incondicionales, pese a que los fundadores puntualizaron siempre que partido y gobierno son dos entidades separadas.
Germán Martínez, secretario de la Función Pública, y César Nava, secretario particular de Calderón, fueron los prospectos para relevar a Espino, y ellos mismos esperaban sólo la señal de su jefe.
–¿Cuándo comienza su campaña por la presidencia del PAN? –le preguntó el reportero a Nava, a finales de julio del 2007.
–Eso tendrá que decidirlo el presidente.
–¿Cómo?
–Sí. Hay que esperar lo que decida el presidente.
–¿Se da cuenta de lo que dice? Subordina su decisión a la voluntad de un solo hombre.
–Bueno, formo parte de un equipo.
–¿Pero quiere ser presidente del PAN?
–Lo decidirá el presidente –ratificó.
Martínez Cázares también quería presidir el PAN, pero no era decisión suya: “Si el presidente lo ordena, sí”.
–¿Está consciente de lo que dice?
–Sí, se lo digo abiertamente.
El alegato de Martínez era idéntico al de Nava: Formaba parte del equipo de Calderón.
–Es lo que decían los presidentes priistas y que ustedes, en el PAN, tanto criticaron.
–Se equivocó el panismo.
Candidato único, bendecido por su jefe y convalidado por el Consejo Nacional integrado con el poder de la nómina gubernamental, Martínez relevó a Espino, en diciembre de 2007, pero llevó al PAN a la sonora derrota en las elecciones de 2009, tras lo cual renunció y se dedicó a hacerse millonario como abogado y gestor.
Una de las causas del desastre fue la imposición de candidatos del PAN a diputados por órdenes de Calderón, quien en una ocasión, el 16 de abril de 2009, regañó a Martínez por no haber seguido sus órdenes.
Espino lo reveló a Proceso: “El secretario general del partido, Rogelio Carbajal, me dijo que el día anterior el presidente le había levantado la voz, había regañado, había maltratado al presidente nacional del PAN, porque no estaba satisfecho con las listas”.
–¿Lo regañó?
–Claro. Eso me lo estaba reservando, pero no podemos seguir tolerando que el presidente de México regañe al presidente del partido, y no podemos seguir tolerando tener un dirigente del partido que se deje dirigir por el poder público, pues siempre dijimos que el presidente del PAN debía conservar su autonomía frente al gobierno, cualquiera que fuese el origen partidario de éste.
“Entonces esa revelación del secretario general me dio vergüenza y me dio coraje también. Se trató de un regaño que, a decir de Rogelio Carbajal, fue en presencia de Gustavo Madero y de Héctor Larios. Yo lamento que los coordinadores parlamentarios no hayan tenido la dignidad para exigirle al presidente de México que respete la autoridad del presidente del partido”.
–¿Será porque él impuso a Martínez?
–Será porque es el estilo del presidente Calderón, y será porque es la voluntad del presidente del partido dejarse dirigir por el gobierno.
–¿En alguna ocasión a usted lo quiso tratar así Calderón?
–Jamás. Él sabe que a mí no me puede levantar la voz. Hemos convivido muchas veces y nunca le he permitido a Felipe Calderón que me levante la voz. Es un hombre altanero, es un hombre prepotente, y esa actitud no se la ha podido quitar siendo presidente de México.
Calderón se metió hasta en el Legislativo. Un ejemplo: Ordenó a Martínez destituir a Santiago Creel como coordinador de los senadores, debido a que se perfilaba como prospecto presidencial.
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