Por Fernando Ruiz del Castillo
Bien Dicen que chango viejo no aprende maroma nueva.
Y viene lo anterior porque, tras lo ocurrido ayer en nuestra ciudad capital del Estado, está claro que la gente del señor gobernador Francisco Vega de Lamadrid nomás no quiere aprender.
Porque mire usted que mientras que en Mexicali el cielo se caía en pleno trayendo consigo no sólo agua, sino granizo y ráfagas de viento de hasta 45 kilómetros por hora, derribando árboles y estructuras metálicas, lonas y techos, en Tijuana al jefe del Ejecutivo Estatal le aseguraban boletos y hospedaje para la ciudad de México.
“Kiko Vega va a seguir viajando cuantas veces sea necesaria”, dijo palabras más, palabras menos, menospreciando las críticas que se le hacen (hacemos) por sus salidas semanales del Estado.
Tal vez su expresión, en otro momento, hubiera sido aceptable.
Pero no ayer.
Y no tanto porque su presencia hubiera servido para resolver los grandes y graves problemas materiales que la tromba dejó en Mexicali, sino simple y sencillamente por oficio e intuición política.
Al Gobernador le faltó quien le hiciera ver la conveniencia política a su imagen y su importante cargo, que era el estar presente para presidir la reunión del Consejo Municipal de Protección Civil, recibir el informe de los daños y hacer las declaraciones correspondientes.
Incluso, el gobernador Vega de Lamadrid pudo haberse placeado este viernes por las colonias Agualeguas y El Vidrio, recorrer el Río Nuevo y visitar las obras del Periférico y los pasos a desnivel para tomarse la foto con los vecinos y presumirlo en el Facebook.
Pero está claro que Kiko Vega no tiene quien le ayude y es más, como al coronel de García Márquez, tampoco quien le escriba.
Porque si usted tiene tiempo para perder, le sugerimos escuchar y revisar la construcción de sus discursos.
Textos que carecen de fuerza, sin mensaje, sin ritmo y sin rumbo.
Al gobernador de Baja California le están fallando sus asesores.
Si bien es cierto que Kiko Vega puede irse cuando quiera, adonde quiere y con quien quiera, el gobernador del Estado de Baja California tiene la obligación de informarle a los bajacalifornianos los resultados de todas y cada uno de sus viajes de promoción.
Tiene el deber de informar con la verdad de sus verdaderos itinerarios sin dejar por fuera sus viajes constantes a Los Barriles en Baja California Sur o, como nos dicen que pasó apenas el pasado fin de semana, con su asistencia a una fiesta particular en Acapulco, Guerrero.
Los asesores del gobernador Kiko Vega tienen la obligación de expresarle, aunque sea a través de esos discursos pletóricos de galimatías, que su obligación es decir la verdad completa porque a final de cuentas, la sociedad tarde que temprano de todo se entera.
Viajar al Distrito Federal en medio de una situación caótica como la que vivió este jueves la ciudad de Mexicali, puede ser una grave omisión política que pudo haberle redituado un buen posicionamiento que tanta falta le hace a él y a su gobierno.
Ojalá nos equivoquemos y que a su regreso, el jefe del Ejecutivo traiga mejores noticias para Baja California pero que igual, de todas formas, alguien le recomiende que le baje un poco al Síndrome de Maribel par que no se le olvide que a fin de cuentas, la gente manda.
¡Así de sencillo!
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