Rosarito Informa.-Una carretilla vieja es su instrumento de trabajo para vender bolsitas de verduras. Para cobrar no necesita calculadora, pues “soy muy bueno en las cuentas, primero aprendí viendo a mis papás y luego en la escuela”. Se llama Adrián, trabaja de 6 de la mañana a 3 ó 4 de la tarde, según como vaya la venta. En total 9 horas, aproximadamente, y sólo tiene 11 años de edad.
Así como Adrián, son varios los jovencitos que eligen trabajar en el mercado sobre ruedas Delicias del Valle atendiendo su propio puesto o el de sus padres. “Me siento orgullosa porque él me demuestra que todo se puede, me siento orgullosa de él porque es muy inteligente, pero yo quisiera que sólo fuera a su escuela”, cuenta la mamá de Adrián.
Además de administrar las ganancias de sus ventas, Adrián también administra su tiempo para ir a trabajar, ir a la escuela diariamente y tocar la guitarra y “sólo aprendí viendo a mi cuñado, al principio nomás me imaginaba cómo tocar las cuerdas aquí” (mueve sus dedos a lo largo de su antebrazo).
Vivencias como las de la mamá de Adrián y su hijo son un verdadero motivo para la candidata del Partido Revolucionario Institucional por el IV distrito, Rosa Aurora Martínez, “La Güera”, pues asegura que “sólo conviviendo y caminando con la gente es cómo podemos trabajar en equipo, sabiendo de voz viva lo que de verdad necesita mi comunidad”. Además, la candidata al distrito IV entiende y comprende muy bien este tipo de vivencias porque ella desde los 11 años también ha trabajado por alcanzar sus metas.
Mientras seguía el recorrido por Delicias del Valle, “La Güera” platicó con varios jóvenes que, además de ser comerciantes, ocupan sus ratos libres en aprender alguna actividad artística, como el baile y el canto.
“Eso es bien importante porque ocupas tus ratos libres y al mismo tiempo te distraes con algo que a ti te nace y que te permite expresarte”, felicitó la candidata al Congreso de la Unión a un futuro artista del rap.
Finalmente, Rosa Aurora Martínez, “La Güera”, confesó sentirse “muy motivada porque los jóvenes no son el futuro, son el presente. Hay que ponernos en su lugar para poder comprenderlos y escuchar sus críticas y sobre todo aceptarlas. Hay que hacerlos partícipes para que verdaderamente sean tomadas en cuenta sus inquietudes”.
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