Rosarito Informa.-En una salita de la casona colonial que aloja su oficina de funcionario de la Ciudad de México, a tres cuadras del Zócalo que tantas veces se desbordó de mexicanos que lo apoyaron las tres veces que fue candidato presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas se duele de que el país esté peor que hace tres décadas, cuando rompió con el régimen.
“Hoy México se caracteriza tanto por la enorme desigualdad social como por la corrupción y la impunidad. No hay sanción para quienes atropellan la ley de muy diversas maneras”, resume.
Con 80 años cumplidos, nacido justo cuando el general Lázaro Cárdenas fue electo Presidente de la República –cuya vida y obra es emblema del nacionalismo mexicano–, y tras renunciar al Partido de la Revolución Democrática (PRD), Cuauhtémoc lo reconoce:
El neoliberalismo instaurado desde Miguel de la Madrid ha triunfado, mientras que las fuerzas progresistas y de izquierda, dispersas, divididas y confrontadas, han sido incapaces de evitarlo.
–¿Y cuál es la autocrítica que hace de eso?
Con el gesto severo de siempre, Cárdenas cruza las piernas, se toma las manos y cancela toda responsabilidad específica:
–¡Yo no estoy aquí para hacer autocrítica pública!
Las fallas –reparte– son de todos: “No ha habido capacidad para tener la fuerza suficiente para superar en los distintos procesos políticos que ha habido, electorales y no electorales, a las fuerzas conservadoras y retrógradas”.
–Hasta la herencia fundamental del cardenismo, la industria petrolera, está desmantelada.
–¿Y? ¿Y? –pregunta, sin ocultar su molestia.
–Justamente, ¿y qué hacer?
–Pues tratar de revertir esas medidas y poner una política distinta. En eso hay que seguir luchando.
Anulada la consulta popular sobre la privatización del sector energético, con cuya decisión –dijo públicamente– los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) perdieron “toda credibilidad”, Cárdenas insiste en que ésta habrá que revertirla.
Pero, aclara, no aprecia una reversión en el corto plazo: “Las luchas de los pueblos son más largas de lo que uno quisiera”.
Fuente: Proceso
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