Por: Gerardo Díaz Valles
Es increíble ver que muy pocos Rosaritenses se atreven a manifestar públicamente su indignación cuando algo les afecta y amenaza su nivel de vida como es el tema de la inseguridad pública, mientras el creciente número de personas que han sido ejecutadas en los últimos meses indica que peor será quedarse callados y no hacer nada, como ocurrió tras las arteras ejecuciones del empresario inmobiliario Jaime García Arteaga, o bien el ejidatario Francisco Pablo Arce, ambos muy queridos por los Rosaritenses de trabajo y de bien.