Rosarito informa.-En las últimas semanas los seguidores de López Obrador han sido muy generosos con su más más cercana rival, Josefina Vázquez Mota, a la que le han señalado todo lo que ha hecho mal.
Por supuesto, el objetivo no ha sido altruista sino tumbar su
candidatura, no obstante, en el proceso ayudaron a precipitar un cambio
que ayer se hizo público con la reestructura de su equipo. Si ese golpe
de timón, como lo llamó la candidata, da resultados o no lo estaremos
viendo pronto. Sin embargo, ahora el que tiene el problema mayor es su propio gallo, Andrés Manuel.
Porque si bien es mala una campaña que va de tropiezo en tropiezo, es
peor otra que va mal... pero donde sus estrategas y seguidores no se han
enterado. Y es el caso del Movimiento Progresista. Es verdad que si
pidiera a los lectores un recuento de las pifias de AMLO en los últimos
días, lo más probable es que no encontraríamos alguna. López Obrador
no se ha equivocado. Sus actos han salido bien. Gran resultado si
estuviera a veinte puntos arriba de sus rivales.
El problema es que si les pidiera un recuento de lo ha hecho López Obrador desde la semana pasada para ganar su voto, probablemente tampoco encuentren razones.
Y eso es muy grave porque como ocurre en los deportes, tanto Josefina
como Andrés Manuel tienen que hacer mucho más que Peña para remontar en
los menos de tres meses que faltan para la elección. Y no lo está
haciendo.
Si revisamos su estrategia de medios veríamos que trae la mira chueca.
Hace poco su discurso central fue sobre el zapatismo, un tema lejos de
la agenda y la coyuntura. Después se pronunció por mantener Pemex como
está, insistió en el tema de la austeridad y su caballo de batalla es
aquello de que habrá dos proyectos de nación en juego en la boleta el
primer de julio. El problema no es si es cierto o falso sino que no es
noticioso. AMLO está instalado en el 2007. Y sus temas suenan viejos.
Como ya había señalado antes, en sus tradicionales conferencias
mañaneras como Jefe de Gobierno López Obrador marcaba la agenda del día.
En lo que va de estas semanas no ha colocado un solo día su tema.
Y si vamos a los números la situación es peor. Sin duda Josefina Vázquez
Mota pagará un precio por todos los errores, no obstante a la fecha no hay una sola casa encuestadora que diga que AMLO va en segundo lugar o que haya tenido un crecimiento notable.
Ni siquiera en la última de Covarrubias, empresa cercana al equipo del
candidato. Lo que me lleva a un terreno complejo en el entorno de López
Obrador, pues algunos, ojo, algunos de sus seguidores y operadores
tienen un problema en la percepción de la realidad que en vez de
hacerles bien les causa un daño.
Como lo expresan en redes sociales constantemente, para muchos es evidente que su candidato va arriba en las preferencias. Lo notable es la ausencia de evidencias. Porque no
sólo es que descalifiquen a una empresa encuestadora en particular lo
cuál es válido si tuvieran bases sino que desestiman a las encuestas
en su conjunto. Ya sea porque nunca los han encuestado a ellos o por
qué no es posible que con una muestra determinen la intención de voto
del conjunto de la sociedad. Es decir, que descalifican al ejercicio
estadístico por sí mismo como si se tratara de artes ocultas. (Aunque
fue una encuesta la que lo lo hizo candidato frente a Ebrard)
Paradójicamente, los mismos que reniegan de las encuestas conocidas
se declaran convencidos de la autenticidad de sondeos en internet o de
de los datos de empresas o asociaciones fantasma (como aquello de la
Encuesta Nacional Independiente) que justo han nacido en esta coyuntura
y que sin ningún antecedente o referente de quién está detrás como
responsable o quién paga el estudio, dan por ganador a López Obrador.
Para darnos una idea hace poco preguntaba vía tuiter a uno de los
partidarios de esta visión sobre la evidencia que tenía para asegurar
que AMLO va arriba. Su respuesta fue muy reveladora: qué evidencia tienes de que no es así. Es decir, que todo termina convertido en un acto de fe. AMLO va arriba porque yo lo creo y porque los que están a mi alrededor así lo dicen.
Es el equivalente de preguntar a los asistentes a una misa quiénes son
católicos y llegar a la conclusión de que todo el país es creyente. Por
si hubiera dudas sobre esta lógica basta ver que al abrirse un sondeo en
internet, que por supuesto carece de todo rigor o valor estadístico,
convocan a todos los seguidores de AMLO a votar por él. Y al final
terminan aportando como argumento de su fuerza, el resultado que ellos
mismos impulsaron a través de sus propias redes. Es como ver a un mago sorprendido porque encontró el conejo en el sombrero, el mismo que él guardo antes de empezar el truco.
Es admirable sin duda la lealtad de ese sector del electorado que en
buena medida le ha acompañado desde hace más de seis años y que seguirá
con él pase lo que pase. Es también válido y plausible que estén
decididos a luchar para que sea Presidente. La tragedia es confundir
nuestros deseos con la realidad porque cuando ésta no se ajuste a los
hechos la frustración es terrible. Y peor cuando es alimentada desde
el propio candidato que les estimula la idea de que los dados están
cargados en su contra y que no les dejarán llegar, cuando en los hechos
hoy por hoy, no están cerca de ganar.
Ya lo he dicho antes, Andrés Manuel López Obrador es un gran
candidato. Pero tienen que reconocer, él y los suyos, que las cosas no
van bien para poder empezar a actuar en consecuencia.
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