A simple vista, el fraccionamiento se parece a cualquier
otro en Tijuana. Casas agrupadas en pequeñas privadas, calles de reciente
creación pero con baches, un par de escuelas y dos sucursales de tiendas de
conveniencia. Pero al poco tiempo, se advierte la ausencia de tráfico, de
transeúntes, la lejanía del resto de la ciudad y el abrumador cobijo de las
montañas.
Pero en realidad Valle de las Palmas parece un pueblo
fantasma. Durante el día, sus residentes viajan kilómetros hasta sus trabajos y
el bullicio se forma solamente alrededor del kínder, la primaria y la
secundaria. De no ser por los autobuses de ruta, tráileres y camiones de basura
que descargan cerros de basura en el relleno sanitario contiguo, el terreno se
mantendría casi intransitado.
“Es la parte final del mundo”, bromean un grupo de mujeres
con abultadas ropas, mientras esperan afuera del jardín de niños. Desde la
creación del fraccionamiento, hace tres años, cientos de familias han aprendido
a adaptarse a la lejanía, “eso ya sabíamos desde que nos mudamos”, pero no a la
falta de servicios.
El agua potable es cargada en pipas que entre semana
abastecen a los contenedores de cada privada. La recolección de basura se
pospone hasta 20 días. Aunque el servicio de electricidad y alumbrado público
ha mejorado, todavía se presentan apagones esporádicos, que por la ubicación
del fraccionamiento, dejan en la penumbra a la población.
Para colmo, el deficiente servicio de transporte público no
ha sido corregido. Son más de siete kilómetros a recorrer desde la carretera
libre Tijuana-Tecate hasta Valle de las Palmas.
Emergencia en transporte
El 25 de septiembre, el Ayuntamiento de Tijuana emitió una
declaratoria de emergencia en el transporte público para Valle de las Palmas.
La medida permitiría la incursión de más compañías transportistas, ya que la compañía
ATT fue considerado “insuficiente” para dar abasto al servicio.
Dos semanas después, los habitantes piensan que la
declaratoria fue retirada. No han visto el cambio anunciado en conferencia de
prensa, cuando Obed Silva, secretario de Gobierno, reconoció la cobertura de
servicio al 40 por ciento apenas.
Por ello, esperan al director de Transporte Público, Manuel
Casillas –con media hora de demora–, quien se comprometió a reunirse con los
vecinos para escuchar sus denuncias.
El viento frío se siente más en las afueras de Tijuana. Las
chamarras y bufandas son sujetadas con fuerza por las madres de familia y
ancianos, quienes abundan en el grupo de 80 personas. Ante las condiciones
climáticas, Juan Carlos Silva, organizador de la reunión, solicita un salón de
clases de la primaria.
Minutos después arriba el funcionario municipal, acompañado
de tres trabajadores. Juntos, ingresan al salón de clases, donde la gente se
amontona para reclamar las condiciones del servicio que todos los días son
“obligados a tomar”.
El primer reclamo es hacia la compañía 24 de Febrero, que
brinda el servicio a los residentes desde la declaratoria de emergencia. El
exceso de velocidad, la descortesía de los choferes y la falta de respeto de
los horarios de salida, son solamente una de las inconformidades.
A esta empresa transportista, pertenece la unidad que
atropelló a un menor de edad en Villas del Campo, quien falleció a causa de las
heridas. Uno de los vecinos expresa su preocupación, “puede pasar lo mismo
aquí, manejan con la misma imprudencia”.
Una mujer de la tercera edad se dirige al director de
Transporte Público para explicarle cuántas veces le han condicionado el
servicio a cambio del pago completo de la tarifa y no de la correspondiente a
su edad.
“Nos bajan del camión o no nos permiten subirnos, como si
tuviéramos la opción de venir en cualquier otro transporte”, finaliza, entre
apoyos de los presentes.
Cuando Manuel Casillas, responsable del transporte público
en Tijuana, toma la palabra, recurre al humor para disculpar su tardanza. Tras
compartir su diagnóstico médico, ríe, “casi no llego, están muy lejos”.
Mientras algunos ríen, pero una señora prefiere contestarle
“pues eso es lo que hacemos todos los días para llegar aquí”.
Entre estudiantes universitarios, residentes de Valle San
Pedro y Valle de las Palmas, más de 9 mil personas requieren del servicio, pero
solamente operan 900 de los 2 mil asientos necesarios al día.
Las dos principales exigencias de los ciudadanos son el
regreso de Altisa –empresa que tras la declaratoria de emergencia, comenzó a
brindar el servicio– y la implementación de una ruta hacia Otay.
“Donde vamos a tener broncas es para mandarlos de aquí a
Otay porque no tiene concesión Altisa, no hay otra manera si no es por la
autorización de Cabildo”, explica Casillas.
El funcionario público entonces deja el problema en manos de
los residentes. “Si se organizan, pueden sacarlo. Se tienen que acercar a
Cabildo y a la Secretaría de Gobierno para hacer la petición”, sugiere.
Tras un altercado por invasión de rutas –algunos choferes
trasladaron a residentes hasta Otay–, Altisa perdió su derecho de ingresar a
Valle de las Palmas. Sobre la posibilidad de que se le otorgue la ruta
solicitada, Manuel Casillas confirma que la empresa tiene la capacidad, pero es
“políticamente complicado porque Azul y Blanco no lo va a permitir”.
Según el director de Transporte Público “definitivamente se
tiene que revocar la concesión a ATT”. De los 20 autobuses necesarios para el
servicio total, solamente tiene ocho.
Aunque dice la decisión final depende de “sus superiores”,
Casillas no ve tan remota la posibilidad de que se otorguen nuevas concesiones
antes de finalizar la administración, por lo menos no tan remota como la
distancia que tuvo que recorrer para llegar hasta Valle de las Palmas.
Valle de las Palmas fue previsto como un desarrollo
residencial con más de 41 mil casas para atender, junto a Valle San Pedro, la
demanda de la nueva ciudad satélite. Aunque en 2011 se contabilizaron hasta 4
mil habitantes entre los dos fraccionamientos, cientos de familias han
abandonado sus hogares por las dificultades de vivir tan alejados de sus
fuentes de empleo.
“Lo notamos en las casas abandonadas, en la rotación en las
escuelas, muchos hemos perdido nuestros trabajos porque los camiones no
respetaban las horas de salida”, explica Jorge Quezada.
Hasta hace poco, fue instalado un consultorio médico en la
zona. Aunque aún no está en funcionamiento, los residentes reconocen el avance
que tardaron tres años en obtener. El fraccionamiento es vigilado por dos patrullas de la policía
comercial.
En cuanto a
la recolección de basura, los vecinos reclamaron la espera de hasta 20 días. Si
bien, el servicio es pagado por la constructora GEO a un particular, una
representante de Ventas, informó que se cobrarán 150 pesos adicionales por este
servicio.
El engaño
Marcial
Morales adquirió su vivienda por 235 mil pesos, hace un año. Hoy, ese precio le
parece una burla. Cuando ve descontado de su salario mensual, las cuotas de
Infonavit, recuerda las promesas en el área de ventas de Casas GEO: Fácil
acceso, luz y agua potable.
En cambio,
su día inicia a las 3:00 horas, cuando con sus cubetas almacena agua. “A veces
cuando nos bañamos, vemos los pedazos de sarro o el agua de otro color”,
comenta.
El
fraccionamiento no se encuentra conectado a las tuberías de la Comisión Estatal
de Servicios Públicos de Tijuana (CESPT). Por lo que la inmobiliaria paga el
servicio de pipas para abastecer a los tanques en cada privada.
Mientras en
verano el agua es insuficiente; en invierno, las cisternas móviles no ingresan
a Valle de las Palmas debido a las condiciones del camino tras las lluvias.
Como Martha
Capetillo, muchos han perdido sus empleos o bien, renunciado a ellos, por los
tiempos de traslado. Para llegar hasta MacroPlaza, en el bulevar Insurgentes,
es una hora y media de viaje; al Centro, una hora y media.
Otros,
invierten la mitad de sus ganancias semanales tan solo en transportarse hasta
sus trabajos. La mayoría de los residentes, son empleados de maquiladoras en la
zona industrial de Otay.
Hasta la
compra de alimentos resulta un viacrucis para las familias. Los altos precios
en las dos tiendas OXXO o en los mercados de abarrotes dentro del
fraccionamiento, dificultan el abastecimiento de la canasta diaria. Un viaje
más a El Refugio con este propósito.
Con su bebé
en brazos, una mujer viaja en el camión hacia la carretera, para ahí transbordar
a otro con destino a Ojo de Agua, donde su hija acude a la escuela. Sobre la
calle principal, una sonriente familia de cuatro la despide, mientras abajo se
anuncia el próximo desarrollo GEO “Pueblos Mágicos”, sobre las faldas del cerro
que da sombra a Valle de las Palmas.
1 comentario:
LAS VERDADERAS VALLE DE LAS PALMAS SON LAS QUE SE ENCUENTRAN A 45 MINUTOS DEL REFUGIO LA CARRETERA LIBRE A TECATE ANTES DEL PUENTE DEL FCC. SAN PEDRO ENTRANDO POR LOS ESTABLOS DE LAS VACAS OK. Y NO SE CONFUNDAN OK.OJO MUCHO OJO
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