domingo, 22 de marzo de 2015

La rinconera‏

LOS DEMONIOS CERCANOS
 Por Fernando Ruiz del Castillo
Dicen que las desgracias nunca llegan solas.
Y tal parece que al gobernador Kiko Vega no solo se le vino un marzo lluvioso sino una verdadera tormenta que, ante la falta de capacidad y talento y el exceso de soberbia, podría convertirse en un peligroso huracán social con consecuencias políticas impredecibles.

Acostumbrados los bajacalifornianos a ver transcurrir la vida social, política y económica del Estado sin mayores complicaciones, salvo en el aspecto de inseguridad al que no termina uno por adaptarse, durante este marzo de 2015 el gobierno de Kiko Vega ha sido arrastrado por un tsunami de problemas que lo han obligado a permanecer alejado de las pasarelas y los escenarios políticos.
Lo más grave es que todos y uno de esos acontecimientos que han cimbrado la opinión pública estatal, nacional y más recientemente con la rebelión de jornaleros en San Quintín, la internacional, han dejado al descubierto un abierto enfrentamiento de grupos dentro de un Poder Ejecutivo diezmado por la falta de liderazgo, rumbo y destino.
Una pugna que se recrudeció con la sola posibilidad del regreso a la estructura gubernamental del exsecretario general de Gobierno, Guillermo Trejo Dozal, amigo personal y un hombre de todas las confianzas del gobernador Vega de Lamadrid, actualmente detenido en el Cereso local tras su arresto por las autoridades migratorias norteamericanas y entrega a las autoridades locales acusado de participar en un presunto fraude fiscal.
Cierto es que, de origen, el principal responsable del escándalo en que se encuentra inmerso el gobierno de Kiko Vega con la detención de su ex colaborador, es el propio jefe del Ejecutivo ante la falta de rigor para seleccionar a los mejores hombres y mujeres dentro de su equipo de trabajo de primer nivel.
La ausencia de controles o, como parece ser el caso, la complacencia del Gobernador del Estado para llamar a colaborar a su gabinete a una persona en problemas con la justicia, por inocente que sea, lo convierten en un gobernante vulnerable y manipulable.
Son pocos, muy pocos por no decir que ninguno, los gobernantes que se rodean en su primer círculo de colaboradores de gente capaz, talentosa, visionaria, leal, responsable y comprometida, sobre todo, con el servicio público.
Kiko Vega, como la mayoría de los gobernantes, prefiere a aquellos colaboradores que al hablarle al oído, le susurran las cosas maravillosas de la “Kikolandia” creada en su gobierno fantasioso generador de empleos, tranquilidad y paz social.
Se inclina por esos que, mientras le aconsejan pelearse con los medios, acusándolos sin pruebas, al mismo tiempo le tapan los ojos para que no vea la lacerante realidad social que, como los jornaleros agrícolas de San Quintín, se vive día con día en Baja California.
Kiko Vega está siendo víctima de esos demonios cercanos, muy cercanos, que en su evidente perversidad humana y sus insaciables ansias de poder, alimentan el fuego amigo que está consumiendo la poca unidad existente y detonando la incomodidad interna en el gabinete legal y ampliado.
Pero Francisco Vega de Lamadrid, ocupado como anda en emprender nuevos negocios particulares, el invertir en Baja California Sur y en terminar la casita que le prometió a su esposa, parece no darse por enterado.
Y es que si por la víspera se saca el día, a Kiko Vega solo le interesa ser el Gobernador del Estado, pero no le interesa, no le importa y no quiere gobernar.

Tiempo al tiempo.

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