Por.-
Alfredo Calva
Pelayo y
Serenil, criminalidad culposa
Como simple
breviario cultural, en el Código Penal Federal en su artículo 9 se señala que, ¨Obra
culposamente el que produce el resultado típico, que no previó siendo
previsible o previó confiando en que no se produciría, en virtud de la
violación a un deber de cuidado, que debía y podía observar según las
circunstancias y condiciones personales¨.
Al escuchar
semejante declaración por parte de los tragahumos participantes, que con un
reflejo de tristeza e impotencia por la lamentable pérdida de los infantes, despertó
la rabia y el encono de todos los ciudadanos ensenadenses y del resto de la
entidad, quienes responsabilizan al primer edil y al director de bomberos, Enrique
Pelayo y Nicolás Serenil, respectivamente, por el abandono y su actitud
valemadrista hacia los reclamos de los tragafuegos ante las carencias que
padece la entidad pese a las denuncias que en múltiple ocasiones han realizado
en este sentido.
Sin ir muy atrás
en el tiempo, el pasado 30 de abril, los bomberos manifestaron su inconformidad
por la falta de equipo de la que adolecen y por ello cerraron las estaciones de
bomberos desimanadas en la ciudad.
Al ser
cuestionado el oscuro alcalde ensenadense, este, con su clásico y estólido tono
sarcástico y de perdonavidas, les dijo a los inconformes que poco a poco iría
surtiendo de equipo la dirección, que no quisieran todo de un ¨trancazo¨, que
iban avanzando al respecto, que cuando llego no había bomberas y que él ya había
comprado diez y que era muy fácil estar presionando a la autoridad.
A este
cinismo se unió el del director de bomberos -quien por cierto de esa materia
sabe lo que este humilde escribidor sabe de física cuántica, pero como es muy
amigo del alcalde, pues ostenta la titularidad que debería estar bajo la
responsabilidad de un verdadero bombero- señalando que la protesta de sus
subordinados no tenia fundamentos y que solo era cuestión de unos cuantos
revoltosos.
Solo
transcurrieron ocho días para que la triste realidad diera la razón a los
elementos de la dirección de bomberos, lo iracundo de este demostración de la
verdad, haya sido a costa de la perdida de la vida de dos pequeños, quienes
pagaron un precio demasiado alto y cruel, por la falta de responsabilidad y por
el desmadre con que se conduce Enrique Pelayo, alcalde de Ensenada y su
inservible e inútil director de bomberos, Nicolás Serenil.
La pregunta
que resta es, no hay poder que castigue a estos criminales, porque no encuentro
otro calificativo para este dúo corrosivo, ya que por los actos de corrupción en
los que se ha visto envuelto el Enrique Pelayo, todos hacen como que no ven, en
especial el congreso del estado.
Ahora, también
lo harán.
Ah, pero la comisión
legislativa anda de paseo por la entidad.
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