Por.-
Alfredo Calva
Los
indignados de las sotanas
Tal parece
que al clero católico bajacaliforniano le atacaron los síndromes de ¨Los
indignados¨ y del movimiento ¨#Yo soy 132¨, y a través de su corifeo en estos
lares, el arzobispo Rafael Romo Muñoz, acompañado de sus
coreutas preferidos,
los obispos de Mexicali y Ensenada, José Isidro Guerrero Macías y Sigifredo
Noriega Barceló, respectivamente, se han dado a la tarea de mostrar y expresar
su indignación y malestar en contra de los integrantes del poder legislativo de
esta entidad.
Su encono en
contra de estos Mefistófeles que conforman la XX legislatura, es por el hecho
de no haber aprobado la reforma al artículo 24 de nuestra carta magna, como lo
hicieron los apóstoles del Congreso de la Unión, en ambas cámaras, y que por protocolo
de ley para que entre en vigencia esta reforma, debe de ser aprobada cuando
menos por 17 congresos locales.
La reforma
constitucional en mención concierne a la modificación que hicieron en el
Congreso de la Unión al artículo 24, el cual antes de ser tasajeado por los
taras legisladores federales otorgaba el derecho a la libertad de creencias.
Pero con la modificación, se excluyo la frase libertad de creencias, sustituyéndose
por libertad religiosa.
Tal parece
que la grey católica daba como un hecho de que el congreso local diera su voto
favorable a esta abominación legislativa para el beneplácito y regocijo de los
dignos representantes de Dios en tierra bajacaliforniana, sin embargo, tal
parece que leviatán se les atravesó, metió su cola en el asunto y se quedaron
con las ganas de festinar el ¨cuchupo¨ que fue tramado por la alta jerarquía católica
en nuestro país, en colusión con los ¨mochos¨ y doble moral de los miembros de
las cámaras de diputados y senadores.
Obviamente
que esto causo en el arzobispo y coreutas, un pecado capital, la ira, y para
luego que arrancan como los indignados europeos y los jóvenes estudiantes del
movimiento #Yo soy 132, una serie de protestas en los medios de comunicación señalando
su enorme desconcierto ante el diabólico comportamiento de los satánicos
representantes del pueblo bajacaliforniano.
Señala Romo
Muñoz que, es inadmisible tan vil acción, ya que ¨La Iglesia Católica ha
reafirmado y enseñado el valor humano y cristiano de la sana laicidad, así como
el derecho humano a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa” y que
¨La verdadera libertad religiosa, es aquella que permite expresar en todos los
ámbitos de la vida social de un país sus convicciones religiosas y éticas”.
En otras
palabras, el arzobispo de Tijuana y sus altos mandos en la capital del país y
el Vaticano, quiere que la iglesia pueda resucitar antiguos privilegios:
instrucción religiosa en las escuelas públicas; participación del clero en
política electoral; instalación de capellanías en el Ejército y la Marina;
subsidio estatal para sueldos de los ministros de culto, además de la posesión
y control de medios de comunicación electrónicos, entre otras cositas.
Tal vez la
iglesia católica crea firmemente que aun no es suficiente los más de 500 años
que han vivido a las costillas de los mexicanos a través de la explotación, la marginación
y la sumisión, han de estar ciertos que, necesitamos poner la otra mejilla para
ganarnos la entrada al paraíso.
Si es así,
pues entonces ya nos condenamos en Baja California.
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